domingo, 25 de febrero de 2018

"El Descuartizador del Támesis en la ficción", según Sarah Pinborough


Reseña  de "El segundo asesino"  ("Mayhem"), de Sarah Pinborough

En el Londres victoriano de fines del siglo XIX se ha generado una gran conmoción causada por los terribles crímenes de Jack el Destripador contra míseras prostitutas en el distrito de Whitechapel.

En ese contexto, cuando se descubre un torso en el río Támesis y el cirujano de la policía metropolitana Thomas Bond lo examina, se llegará a la conclusión de que ese homicidio cruel es obra de otro asesino.

Es entonces cuando el doctor Bond intentará hallar la verdad y desentrañar quien está detrás de tan atroz asesinato, que no será sino el primero dentro de una secuencia de macabros homicidios que se nos relatan en este thriller que une y fusiona la ficción pura con los hechos reales.

El segundo asesino es la primera entrega de una serie de novelas (la segunda entrega sobre igual temática traducida al español fue "Los niños del río", Inglaterra, 2014) donde la autora británica Sarah Pinborough juega con hechos reales y con bastante ficción, para crear un argumento ciertamente muy interesante. de ritmo atrapante, y con un final sorprendente, al cual se suma una gran dósis de rica fantasía. 

La trama de la novela sigue los pasos del doctor Thomas Bond, cirujano de la policía metropolitana del Londres decimonónico, y nos cuenta cómo éste emprende, por su cuenta y riesgo y al margen de las investigaciones realizadas por la policía británica oficial ("Scotland Yard"), una búsqueda del asesino serial que se está encargando de aterrorizar  a las prostitutas de Inglaterra desde el otoño de 1888. 

La historia es narrada a varias voces de manera muy acertada, y la presentación de  los personajes está hecha de manera elegante y  sumamente correcta.

Si bien el desarrollo posee altibajos, es irreprochable el atractivo del tema planteado, y resulta incomparable la descripción del marco donde la autora sitúa la acción. Es de destacar también lo bien narrada que aquí está la vida de los habitantes de los barrios bajos en ese Londres sacudido por los crímenes de Jack el Destripador y por ese segundo asesino, que da título al libro en su publicación en lengua española. 

Las incisivas descripciones de Sarah Pinborough, unidas a la lúgubre y oscura ambientación que sabe crear, son dignas de darle diez puntos a esta obra. 

La escritura muy fluida y cautivante de esta autora inglesa, que sabe mantener en tensión al lector en forma sostenida a lo largo de las más de cuatrocientas páginas de este libro, constituye otro de los aspectos más remarcables.

 Otro punto a favor es que la trama concluye con uno de esos desenlaces que dejan un buen sabor en el paladar. Eso sí, debemos dejar aparte aquí los hechos históricos y dejarnos llevar al ámbito de la fantasía pura. 

El doctor Thomas Bond, principal protagonista en esta historia, en verdad existió y fue un célebre médico forense que intervino en autopsias de  algunas víctimas del Destripador, y también en las víctimas de ese otro gran asesino serial que fue el llamado "Descuatizador del Támesis".

Y precisamente el homicida en serie motejado "Descuartizador del Támesis", también conocido como "El asesino del torso del Támesis" (porque arrojaba los cadáveres de sus presas humanas cortados en trozos por las orillas de ese río) representa el personaje maligno que asume el rol protagónico del lado de los malvados, en esta novela victoriana.

Y ocurre que el centro de la obra no es otro más que el enfrentamiento del bien contra el mal.

El afamado galeno jugará el papel de detective, al advertir la ineficacia de la policía inglesa. 

Azuzado por sus propios fantasmas y por su pasión por el opio, el doctor Thomas Bond, no dudará en confrontar al perverso Descuartizador, a pesar de intuir que no se trata en realidad de un hombre, sino de una entidad maléfica que usurpó un cuerpo humano para utilizarlo como un vehículo para perpetrar sus atrocidades.

Un buen tributo de Sarah Pinborough a aquel insigne cirujano británico en una novela de acción trepidante,  digna de ser leída y disfrutada.






Referencias:

[Pinborough-2013]  Sarah Pinborough, El segundo asesino, Editorial Hidra, 2013, ISBN 8415709528 y 9788415709527, 448 páginas.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Asesinatos en el Londres victoriano: Reseña de "El animal más peligroso" de Gabriel Pombo



Es casi imposible interrumpir la lectura de esta obra cuando se ha leído la primera página. La cadencia opresiva de los párrafos iniciales seduce de inmediato: nada tiene de gratuito ni de inevitable y participa, pues, de lo trágico. Es la violencia fatal que implacable se abate sobre unas indefensas y pobres mujeres. Una fuerza perversa y repugnante las atrae a un destino sórdido, en esta crónica de homicidios enmarcada en la Inglaterra de finales del siglo XIX.

Se trata de una de las mejores novelas sobre crímenes de la era victoriana, donde el autor, lejos de adornar personajes con largas descripciones, principalmente se remite a los propios hechos. Así, con las escenas limpias, los lectores nos convertimos en fiscales, juzgando los acontecimientos con nuestros propios valores, y generando una relación íntima y subjetiva con las circunstancias.

Gabriel Pombo, abogado y estudioso del fenómeno de los asesinos seriales y del caso de Jack el Destripador, sabe de qué está hablando; y de su anterior experiencia como ensayista, sabe cómo desarrollar el tema, sirviéndose para ello de la ficción histórica.

En el distrito de Whitechapel, en el este de Londres, las prostitutas pululan y malviven en perpetua zozobra desde que, en el otoño de 1888, un sádico asesino viene cebándose en ellas, frente a la impotencia de la policía y del Comité de Vigilancia, fundado éste para colaborar en la aprehensión del psicópata.

Arthur Legrand, el personaje central de “El animal más peligroso: Un thriller victoriano” (2016), es un antiguo teniente francés de la guerra franco-prusiana; un próspero comerciante de casi cincuenta años residente en Westminster, con una segunda ocupación que le apasiona y a la cual consagra su talento: liderar un equipo de investigadores, que han sido contratados por el Comité de Vigilancia, en un desesperado intento por poner fin a los asesinatos.

Este hombre no es sólo un intelectual que se vale de su mente para combatir el delito, sino que no titubea en emplear sus músculos cuando recorre los tugurios donde podría acechar el monstruo.

El otro personaje esencial de la novela es la joven pareja de éste, Bárbara, quien trabaja encubierta para la Agencia Central de Noticias de Londres y supera en fervor a su amante. Capturar a los homicidas es su obsesión. Sin remilgos, se disfraza de meretriz y acude a las tabernas fingiendo aprestarse a ejercer ese oficio, en pos de obtener información tan vital como peligrosa.

A Arthur y Bárbara los secundan en sus afanes detectivescos Charles Legrand, hermano menor del jefe, el ex policía John Batchelor, y el agente de la Policía Metropolitana Thomas Barrett.

Cabe interlinear que estos tres últimos existieron, y participaron en la historia de Jack el Destripador.

¿Cómo un elenco tan reducido podría triunfar donde la poderosa Scotland Yard ha fracasado?

Y no solamente deberán vérselas con un único maníaco. El doctor Bond, cirujano pionero en perfiles criminales, les advierte que también campea a sus anchas otro ejecutor más despiadado, frío y metódico, cuyas presas humanas aparecen desmembradas y esparcidas a las orillas del Támesis.

En realidad, tales atrocidades ocultas para el gran público databan de quince años atrás, desde setiembre de 1873, cuando emergieron los restos de una mujer en el área de Battersea, ribera sur del río.

El 16 de octubre de 1888 había llegado a George Lusk, presidente del Comité de Vigilancia, una carta encabezada “Desde el infierno” y atribuida al Destripador, junto a una caja con medio riñón humano. 

Días más tarde, un ayudante trae a su jefe otra misiva también dirigida a Lusk. La caligrafía era distinta y su tono más cultivado. En ella, su emisor se jactaba de que le gustaba matar personas, porque el ser humano “es el animal más peligroso de todos”. Aquel recado llevaba anexo, a guisa de macabro obsequio, una oreja amputada.

Pero el pesquisa no se dejó engañar. Sabe que ese mensaje no era obra del matarife que viene operando en los suburbios, sino del tétrico antecesor a quien, en voz baja, los forenses apodan el Asesino del Torso de Támesis.

No obstante, cauteloso, se reserva sus sospechas, y ni siquiera las confía a sus subordinados cuando, en su mansión, se lleva a cabo una larga reunión de trabajo.

Más adelante sabrá que obstáculos gigantescos se yerguen contra su empresa. Mientras persigue a sus enemigos se entera que éstos poseen contactos en el gobierno británico; influencias capaces de bloquear la indagatoria oficial y garantizarles su impunidad.   

Transcurre el tiempo, y con él la infructuosa cacería. Llegamos así a agosto de 1889 y, sumido en el desaliento, el Comité de Vigilancia se ha disuelto, aunque Arthur continúa la lucha financiando por sí mismo el presupuesto del grupo.

Cuando ya las fuerzas declinan, Batchelor aprovecha su adicción al alcohol y, entre una copa y otra, recaba nuevas y dudosas pistas.

Su esfuerzo será premiado cuando un periodista falsario, que inventó el alias Jack the Ripper al redactar una carta apócrifa, lo pone en el rumbo que permitirá identificar al clan diabólico culpable de los desmanes.

Un informante, con muy personales motivos para ayudar, será crucial en la resolución del caso. Fred Campbell, se llama aquel joven barquero y mecánico naval que supo ganarse la confianza del amo de la secta, y que pilotea el barco utilizado para esparcir los trozos humanos por el río.

Las autoridades están paralizadas y, a pesar del afrentoso hallazgo de un torso en el sótano de su flamante sede, insisten en negar la existencia del Descuartizador del Támesis.

En esos días aciagos para la justicia, y mientras la policía británica (la presuntamente infalible Scotland Yard) mira para otro lado, la salvación de las mujeres marcadas para morir dependerá de unos pocos investigadores aficionados.

Los últimos capítulos cobran un ritmo de vértigo. Un choque de trenes se avecina ... El bien contra el mal en un desenlace sobrecogedor.


Nota aclaratoria: Gabriel Pombo, autor de la obra "El animal más peligroso", tiene todos los derechos sobre las imágenes contenidas en este texto, y ha liberado las mismas para su uso en forma escrita, bajo la Licencia de documentación libre de GNU y la Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported.